Por: Angie Aguirre, Gerente Zonal Porcicultura - Pronaca
Para garantizar la salubridad en la producción cuyícola, se debe manejar una política de sanidad en la que se incluya el cuidado de instalaciones, de los animales y aplicar un programa de bioseguridad. Si no existe un manejo sanitario adecuado, la aparición de enfermedades es común. En el caso de los cuyes, estas patologías son fáciles de prevenir y tratar.
Las instalaciones deben proporcionar una buena protección. Las paredes deben tener ventanas grandes que permitan una ventilación adecuada, alrededor del galpón no debe existir basura ni hierba mala. Se debe preparar y limpiar el alojamiento antes de que lleguen los cuyes. Cada poza o jaula debe permanecer vacía por lo menos dos semanas luego de lavado, desinfección y fumigación. Las camas húmedas o sucias se deben cambiar siempre.
Hay que seleccionar animales vigorosos y sin enfermedades. Cuando se traigan cuyes de otras explotaciones, separarlos y tenerlos en observación por diez días antes de introducirlos al criadero. Se debe evitar hacinamiento de los animales, no tener corrientes de aire, evitar el enfriamiento y el exceso de humedad.
Cuando se alimenta a los cuyes con balanceado y con hierba, es necesario ofrecer agua fresca y limpia. Como se sabe, no se deben mover los comederos de una poza a otra y hay que evitar mantenerlos juntos con gallinas, gatos, perros u otros animales. Se los debe agrupar por edad, tamaño y sexo.
El galpón debe permanecer cerrado y tener control de moscas y mosquitos, además de ratones, porque son transmisores de enfermedades.
El mayor riesgo en una producción cuyícola es el no contar con un plan detallado de actividades que tenga como objetivo mantener el medio ambiente libre de microorganismos. Este programa de bioseguridad es fundamental para reducir enfermedades, aumentar la productividad y el rendimiento económico. Todo plan de bioseguridad debe ser flexible en su naturaleza y práctico de aplicar.