En la Planta de Balanceados de Durán, cerca de Guayaquil, PRONACA elabora los mejores balanceados con última tecnología.
Es una fortaleza de cemento y hierro pero no es una represa, es una gloria de la tecnología actual pero no es un satélite, es un lugar donde prima la limpieza aunque no es un hospital, donde se fabrican alimentos, pero no es un restaurante.
Se trata de la planta de balanceados que PRONACA tiene en Durán, a la altura del kilómetro 6,5. Es un complejo que consta de varios edificios y gigantescos silos, cuya capacidad total asciende a 800 toneladas.
Originalmente fue diseñada para suplir la necesidad de alimento de las granjas de Bucay, pero en poco tiempo, debido a la necesidad de alimento extruido, se expandió hacia otras líneas de producción. En la actualidad abarca la planta piladora de arroz, la planta de nutrición animal (alimentos balanceados), la planta de premezclas, una planta de desactivado de soya y un centro de vapor.
La mejor forma de conocer el complejo es recorrerlo a pie, aunque todas las materias primas, en este caso maíz, viajan por tubos de aire. El proceso inicia al pasar la garita, en el puesto de control de calidad. Ahí los técnicos verifican varios parámetros del maíz que llega. Con un brazo neumático que se mueve en todas direcciones ellos recogen muestras, cuyos resultados de los análisis ingresan al sistema computarizado de la planta, con lo que se aseguran de que los datos no sean manipulados ni a favor ni en contra.
Cuando el maíz es aprobado por su calidad, es descargado en un movimiento casi acrobático, ya que el camión ingresa a un hangar donde se lo sujeta, y, mediante sistemas de elevación, se lo coloca a 45 grados de inclinación. Suficiente para que ningún grano de maíz deje de caer. Una vez en el interior de los silos del complejo, el grano está listo para transformarse en varios productos.
Todo este mecanismo se opera desde la sala de control, que está ubicado en el tercer piso del complejo. Es un lugar lleno de computadoras y monitores de gran tamaño, donde se ve el estado de los procesos desde la recepción, la extrusión o el peletizado, hasta el abastecimiento. También coordina el mantenimiento o la solución de cualquier falla de los sistemas mecánicos o eléctricos. Cuando existe algún problema, todo se pone rojo, y las alarmas se disparan.
En la sala de control saben qué tipo de materia prima llega. Reciben maíz, soya, pasta de soya, arrocillo, remolacha, trigo y sorgo. Además de insumos líquidos como aceite de pollo, de palma o toco, antimicóticos, metionina y colina, que son sustancias propias para la elaboración del alimento balanceado.
Luego, el maíz pasa a los molinos de martillo. Es tan efectiva su molienda que las partículas micrométricas que se obtienen hay que transportarlas hacia la mezcladora por medio de aire comprimido. Con eso se garantiza que no quede ni una partícula sin ser aprovechada.
El sistema mezclador primero trabaja en seco para el peletizado. Luego ingresan los líquidos como aceite vegetal, de pollo, y se logra una pasta homogénea que se usa en las líneas de extrusión.
Estos dos procesos son muy similares salvo que en el primero se obtiene un pellet con forma cilíndrica, y en el segundo, una croqueta que tiene distintas formas como piernas de pollo, huesos y varias figuras geométricas.
Posteriormente, todo el alimento producido es analizado y no saldrá al mercado hasta que tenga la aprobación respectiva para su distribución. Es importante notar que en el caso del alimento para perros Pro-can las muestras son probadas en perros vivos, y solo después de que el canil ha dado su visto bueno, el producto sale a la venta.
En la planta de balanceados de Pronaca, en el kilómetro 6,5, existe una reserva de alimento para un día, por si alguno de los sistemas falla, así la empresa asegura la alimentación diaria de todas las especies que consumen los productos.
Además, desde que entró en funcionamiento, no ha dejado de expandirse por lo que en los próximos años duplicará su producción actual que es de 1200 toneladas diarias, aproximadamente.