Un buen reproductor bovino parte de una eficiente evaluación en la finca. Al seleccionar los mejores especímenes se asegurará una línea genética rentable y productiva.
En el campo, muchos productores se jactan de poder reconocer un buen semental a simple vista. Quizá muchas veces aciertan, pero tener un buen macho requiere de mucho más que un buen ojo.
Aunque lo ideal fuera usar inseminación artificial, aún encontramos ganaderos que utilizan toros para la reproducción de su ganado, por lo que deben tener en cuenta que la eficiencia reproductiva de un macho se basa en su estado de salud, aparato reproductor, características seminales, libido y aptitud de monta.
La evaluación del estado general de salud del animal incluye un examen de las condiciones físicas del macho. Se debe certificar que el animal esté libre de enfermedades. Este examen inicia en la boca, inspeccionando los dientes, que deberán estar completos y sanos, ya que un toro con problemas dentarios no podrá comer bien y perderá peso.
EXÁMENES A REALIZAR
Condición corporal: debe ser óptima. Machos mal alimentados y con bajo peso corporal pueden tener lesionados los testículos irreversiblemente o su recuperación puede ser muy lenta.
Patas y pezuñas: se debe buscar lesiones o mala conformación que pudieran ocasionar cojera, ruptura de ligamentos y meniscos o pérdida de estabilidad. Muchos animales no montan a las hembras por dolor o imposibilidad anatómica de sus miembros en el momento del salto.
Evaluación de la libido o deseo sexual y de la capacidad de monta: es importante resaltar que los animales con buena libido son capaces de preñar más hembras en el menor tiempo posible.
Prepucio y pene: el prepucio debe ser palpado para descartar la presencia de adherencias, heridas o hematomas. Los toros con sangre cebú son más propensos a tener lesiones. Es común el prolapso del prepucio en animales cebuinos que termina en problemas de acrobustitis (inflamación del prepucio). El pene debe ser examinado para la identificación de heridas, traumas o inflamaciones.
Escroto: desde la parte posterior y con temperatura cálida, examinar la piel del escroto en busca de lesiones o heridas.
Testículos: los machos con testículos de tamaño y forma diferente, deben ser considerados con reserva. Cualquier asimetría es un indicador de lesiones, anormalidades anatómicas o enfermedades testiculares.
Generalmente, el testículo derecho es ligeramente más pequeño que el izquierdo. Animales con un sólo testículo o con descenso parcial de alguno de ellos deben ser retirados, ya que se ha comprobado que es una condición hereditaria.
Epidídimo: es el lugar donde se acumulan los espermatozoides. Se realiza después del examen de testículos. Se comienza por la cola para continuar con el cuerpo. Se analiza la cara interna del testículo y se termina en la cabeza. Se debe buscar inflamaciones, engrosamientos, aplasias (desarrollo defectuoso de los órganos), malformaciones, etc. Ante cualquier alteración, se debe desechar al animal.
Semen: en la evaluación seminal se debe tomar en cuenta: edad, raza, estado nutricional, actividad sexual, método de colección, época y estado de salud del animal. El semen debe ser evaluado por volumen, medido directamente en el tubo colector, color, olor, motilidad, concentración y morfología espermática.
Motilidad espermática: debe ser evaluada sólo si la muestra colectada no ha sido contaminada con orina, sangre, heces, barro, etc. De preferencia se debe trabajar en condiciones de temperatura controlada.
Morfología espermática: permite determinar las posibilidades de fertilización de la célula. Al realizar la evaluación de las características seminales de un macho bovino adulto, es importante recordar que la muestra de semen debe tener un volumen mínimo de 2,5 cc, una motilidad individual de más de 3,65%, entre 800 y 1.200 millones de espermatozoides por milímetro cúbico y de éstos, el 80% normales.
Al final de la evaluación, el animal es clasificado como satisfactorio, cuestionable o insatisfactorio. Los machos clasificados como cuestionables, deberán ser reexaminados dos meses más tarde para decidir su descarte definitivo.
VETERINARIA ACTUAL
Desde pequeños, las terneras y los machos deben consumir sales mineralizadas de manera voluntaria. Además, deben tener espacio adecuado para caminar, ingerir forrajes y agua limpia y fresca, recrearse y descansar. Es importante tener un buen manejo en el paso de la dependencia de leche a la dependencia total de forraje, aunque lo ideal es que consuman leche durante dos a cuatro meses. La leche, junto al pasto y a otros suplementos harán que los animales tengan un desarrollo anatómico óptimo y sean completamente funcionales