En la ganadería, el hato es el conjunto de cabezas de ganado o la hacienda de campo destinada a la cría de estos animales. Su correcto manejo es básico para cumplir los objetivos de los productores ganaderos.

En esta ocasión explicaremos cómo se dividen los diferentes grupos de hatos, de acuerdo al ganado vacuno, su edad, los cuidados especiales y los espacios definidos para que su desarrollo sea óptimo.

Se debe tener en cuenta que si se va a producir leche, y/o en especial carne, los terneros (machos) deberán tener otro espacio para su crianza. Un hato enfocado en vacas lecheras y producción de carne debe estar formado solo por hembras.

Las terneras deben estar en cunas hasta tres meses. Desde que nacen hasta los 6 meses, su alimentación es de leche materna. Luego, paulatinamente ingresarán a una dieta basada en pasto y balanceado.

De los 6 a 12 meses, las crías pasan a llamarse “medias” y se unirán a los colectivos, junto a los fierros, que son vaconas de entre 12 y 18 meses de vida. La alimentación de estos dos grupos varían dependiendo del productor; sin embargo, lo óptimo es una mezcla entre pasto y balanceado.

Al llegar a los 18 meses, las vacas se convierten en vientres, que se subdividen por su capacidad reproductiva en: vacías y preñadas. Si las segundas cumplen con su propósito, tres semanas antes del parto se las llaman “vacas próximas”; tienen cuidados especiales y espacios exclusivos para mejorar la condición del alumbramiento. Cabe mencionar que cerca de un 90% de los ganaderos usan inseminación artificial.

Por otro lado, para las vacas en producción, existe otro espacio de hato llamado de rejo. Aquí, mientras los animales generan la leche para el consumo de las terneras y la venta, ellas están en el potrero. Así mismo existen las “vacas secas”, cuyo trabajo es descansar, ya que su generación de leche ha cesado.

Bioseguridad en el manejo de terneras recién nacidas

• Uno de los objetivos es evitar la infección de los terneros, el calostro (líquido precursor de la leche materna) y la leche.
• El calostro de vacas libres de tuberculosis, paratuberculosis y mycoplasmas protege a los terneros recién nacidos frente a los patógenos de su entorno. Se debe tener una suficiente cantidad entre las 2 primeras horas de vida.
• Es necesario reducir el contacto del ternero con animales adultos.

Ahora ya lo sabes, la correcta distribución de las vacas en cada etapa permitirá un desarrollo más ordenado para el animal y la gente que controla su crecimiento.